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Thursday, December 07, 2006

Haití: Género determina la vida y la muerte

Por Amy Bracken - PUERTO PRÍNCIPE, 1 dic (IPS) - Los avances alcanzados por Haití en la lucha contra el sida se ven obstaculizadas por la inequidad de género. Las mujeres son víctimas silenciosas de la pandemia y de la violencia sexual.

En Gheskio, el centro privado de investigaciones sobre sida más antiguo del mundo, todavía hay espacio para una rara dosis de optimismo. El médico Jean William Pape, director de esta institución de la que fue cofundador en 1982, tiene buenas noticias para dar.

Los estudios muestran que la prevalencia del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) en Haití equivale hoy a menos de la mitad que en 1993. Y se calcula que unos 10.000 portadores se someten a la terapia antirretroviral, gracias a fondos que duplican los de entonces.

En un país pobre y profundamente dividido, el sector público, el privado y las agencias y organizaciones internacionales se unieron para combatir la pandemia. Y lograron progresos.

Pero, a pesar de décadas de duro trabajo, investigadores y activistas vuelven a chocar contra la inequidad de género, profundamente arraigada. Los estudios muestran que, a pesar de la disminución del VIH en general, las cifras son desalentadoras para mujeres y niñas.

En un informe recién presentado, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH Sida (Onusida) ubica la prevalencia seropositiva de la población adulta haitiana en 2,2 por ciento, frente al 3,1 por ciento de 2003, pero sin que conste una reducción entre mujeres rurales.

El propio Pape informó sobre lo que considera un hallazgo "perturbador": un tercio de los casos de VIH se constatan en el occidente del país, que incluye a Puerto Príncipe, la capital. La mayoría de esos portadores son mujeres.

El Ministerio de Salud Pública reportó este año que la proporción del VIH es el doble entre las mujeres que entre los hombres.

"Esto no es difícil de comprender", dijo Pape a IPS. "Las mujeres son fieles a su pareja, pero los hombres no. Así, el mismo hombre puede tener contacto sexual con 10 mujeres diferentes o más e infectar a su compañera."

En relación a la brecha entre géneros, señaló que se produce "esencialmente porque a las mujeres jóvenes los adultos les ofrecen dinero o lo que sea, así que claramente ellas son mucho más vulnerables" al virus.

A causa de esta desigualdad de poder, no puede esperarse que las mujeres tomen con libertad las decisiones necesarias para protegerse del VIH, dijo Steve Laguerre, gerente de programa para Haití de la organización no gubernamental Catholic Relief Services.

"Todavía necesitamos tomar como objetivo a los hombres para abordar la desproporción de la epidemia en perjuicio de las mujeres. Es difícil para ellas cambiar repentinamente los hábitos de sus compañeros. Necesitamos trabajar con los hombres", explicó.

Más de 60 por ciento de los pacientes de Gheskio son mujeres, y quienes allí trabajan ven la inequidad de género todos los días.

La psicóloga Nathalie Coicou trabaja con mujeres embarazadas cuyos análisis de VIH resultaron positivos. La mayoría de sus pacientes fueron infectadas por un compañero infiel, aseguró.

"Las mujeres no tienen el poder de negociar la protección, incluso si saben que los hombres están con otras mujeres", dijo a IPS. "Se trata de dependencia económica, y la dependencia resta poder para tomar decisiones."

Coicou señaló que urge a las mujeres infectadas a usar condón con los hombres que las contagiaron, porque la reinfección puede perjudicar aún más su salud. Pero ellas alegan que los hombres se niegan.

Y la situación empeora. En los últimos tiempos, Coicou debió suspender su trabajo con mujeres embarazadas porque recrudecieron los casos de violación y se vio obligada a atender a cada vez más víctimas.

Cuando Gheskio abrió su unidad de servicios a víctimas de violencia sexual, recibió a 10 mujeres violadas en todo un año. Eso fue en 2000. Desde entonces, la cantidad aumentó sin pausa, hasta alcanzar un promedio de 10 diarias el mes pasado, la mayoría residentes en tugurios controlados por pandillas.

Varias organizaciones brindan a las víctimas de violación "botiquines de violencia sexual", aportados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que incluyen antirretrovirales profilácticos, pero muchas no lo saben.

Coicou dijo que algunas víctimas tampoco saben que el violador no tenía derecho a agredirlas. Otras son reticentes a acusarlos ante la justicia porque temen represalias o porque no creen en el sistema judicial.

"Y sus temores son fundados", aseguró. "Buena parte de los procedimientos legales no conducen a nada."

La médica Marie Deschamps, secretaria general de Gheskio, está cansada de ver a víctimas de violaciones sentadas en los pasillos del centro, temerosas de volver a casa porque sus agresores las asedian.

"Sentimos que estamos en un bote que no va a ninguna parte", dijo.

Pero Deschamps unió fuerzas con otros técnicos en salud y consultores legales para formar un grupo de trabajo que ayude al gobierno a abordar la violencia de género.

En una reunión de organizaciones dedicadas a la investigación y la asistencia en materia de VIH celebrada esta semana en Gheskio, los activistas acordaron concentrarse en la atención a las mujeres violadas, para lo que aportarán más personal, actividades de formación y campañas de concientización pública.

Coicou atribuye la elevada prevalencia del VIH entre mujeres y niñas a la mayor predisposición biológica y a prejuicios sobre género asimilados a una edad muy temprana. La educación es la manera de abordar el segundo de esos factores, sostuvo.

Pape se inclina por abordar esa inequidad también con un enfoque científico. "Debemos darles poder a las mujeres", opinó. El médico trabaja en el desarrollo de un gel vaginal que impediría el paso del VIH al organismo. "Esto les daría el poder de protegerse a sí mismas", dijo.

Pero Pape también destaca la importancia de la esperanza. En el caso de las niñas que viven en la calle, que constituyen el grupo social más vulnerable al sida, la posibilidad de contraer el virus se reduce cuando se les da refugio, pero el problema no está resuelto, indicó. "Hasta que estas niñas realmente puedan tener un futuro y ver con claridad hacia dónde van, va a ser muy difícil."

Inter Press Service, 01/12/2006.

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